
Llevábamos meses con las entradas de la mano, y aún no nos creíamos lo que esa noche ibamos a ver desde la segunda planta del Palacio de deportes de Madrid. El trovador cubano Silvio Rodriguez, aterrizaba en la capital despues de cuatro años para "complacer las peticiones" de los más de 6000 personas que allí nos dábamos cita. El concierto estaba previsto para las 21:30 horas, pero la emoción del momento, la buena compañia, y el buen uso de la imaginación, que hacía imaginarnos dentro de una nave espacial, hicieron que la media hora de retraso pasase bastante deprisa. Casi sin darnos cuenta, sobre las diez de la noche, se apagaron las luces del palacio, y una fantastica introducción presentando al "Trio Trovarroco" anticipaba la cantidad de emociones y sensaciones que alli, sentados en nuestros habitáculos azules, ibamos a vivir. Y la primera emoción no se hizo esperar demasiado. Silvio Rodriguez apareció en escena junto a la flautista Niurka , para empezar el concierto de la mejor manera posible, con la interpretación de "El Necio".


El publico allí reunido no tenía palabras para expresar lo que allí se estaba viviendo, pero aún faltaba mucho más, "El escaramujo", "La gaviota", "Canción del elegido", "Mariposas", y "La era está pariendo un corazón". Tras esta, de nuevo versionada con flauta, Silvio se despidió de Madrid. Las luces se encendieron. El publico en pie, sin palabras, y los aplausos se mezclaban con los gritos de fans enloquecidas que intentaban guardar esos momentos en sus retinas.
Antes de despedirse, nos dejó otro momento para no olvidar nunca, una increible interpretación de "Ojalá", coreada con euforia por los miles de seguidores que allí nos encontrábamos. Tras unos minutos de espera, en los que se gritaba una y otra vez que este trovador interpretase otra de sus melodias, Silvio apareció para seguir complaciendo nuestras peticiones, y nos regaló el mejor de todos los regalos, "Te doy una canción". No bastando con esto, interpretó "La gota de rocio", "Cita con angeles", "Pequeña serenata diurna", "Unicornio", y una nana que le cantaba su abuela cuando el era aun chiquito, titulada "El colibrí y la flor".Nadie quería abandonar el recinto. Más de cinco minutos aplaudiendo, y una sensación en el estomago que, muy dificilmente, podrá volver a repetirse.
Gracias Silvio!
1 comentario:
Te doy una canción si abro una puerta y de la sombra sales tú.
Uh, pocos autores me espeluznan como Silvio...es sencillamente emocionante. Preciosa crónica.
Que suerte haberle visto
;)
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